lunes, 16 de marzo de 2009

La montaña del amor





He subido a la gran montaña,
un valle lejano y olvidado,
esa puerta cerrada allá en mi mente,
la puerta que traspasa mi insconciente,
la recorrí contigo esta semana,
he volado contigo entre tus alas,
y he lanzado mis sueños hacía el vacío.
He subido a la gran montaña,
sellada fríamente hace ya tiempo,
en la que yo pensaba y disfrutaba
de aquellas esperanzas que dormían,
en esas dulces flores que se hallaban,
y sólo ya sus pétalos secos,
la adornan hoy sin vida.
He subido a la gran montaña,
amores perdonados y olvidados,
los sueños, esperanzas y fracasos,
fueron quedando atrás sin dejar rastro,
y cerrando su puerta miestras tanto,
proseguí mi camino y dejé a un lado,
la gran montaña triste allí encerrada.
He subido a la gran montaña,
he regado las flores de mi esistencia,
ya enterré los amores y las tristezas,
y guardé sus cenizas en el vacío,
he sentido tu cuerpo tan junto al mío,
que he plantado su fruto para que crezca,
y prometí regarlo todos los días,
aunque también depende de las tormentas,
del clima de la tierra, de la naturaleza,
y tanto de la vida.
He subido a la gran montaña,
allí permanecí mirando, recordándo,
no espero que del fruto nazcan mil flores,
ni llegar a adornar mi jardin con ellas,
no espero que sus frutos sean ya maduros,
sólo quiero regarlo, mantenerlo,
embellecerlos con mis cuidados.
Quiero que siga teniendo vida...
aunque sus flores quizás no crezcan,
sólo quiero que crezca lentamente,
y que a la vez le ayude la naturaleza,
y pensar que algún día podría dar flores,
o pensar que algún día quizás no diera,
y aún sin nacer ninguna de sus flores,
que su vida allí todavía siguiera,
que el amor sólo nace de la vida,
y la vida sin amistad está muerta.
1997 Meiko

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